domingo, 30 de julio de 2017

Página 20 del libro "La historia que no se ve"




Parece que, a pesar de la calima insoportable de este largo verano en Madrid, seguimos trabajando en el libro La historia que no se ve. Por su parte, José Manuel Alfaro me ha enviado nueva foto, también en blanco y negro, y de una calidad fotográfica y literaria insuperables. Por mi parte, me toca escribir el texto correspondiente y, como siempre, primero hay un proceso que debo realizar y que, como casi siempre, comparto desde aquí.
   Al recibir la fotografía me quedé largo tiempo mirándola. Me llegó; me llegó a ese lugar adonde solo llegan las cosas que te llegan. Y es que la capacidad narrativa de esta foto es tan poderosa que se hace imposible no ver la historia, una historia. Mi labor en este caso es elegir; escribir siempre es elegir.
   Confieso que caí en la tentación de pedirle a Alfaro que me contara algo que me ayudara a situarme. Le escribí: "Cuéntame algo de la foto del señor: dónde está, qué sabes de él, a qué dedica el tiempo libre...". Me respondió: "Poca cosa. La saqué en Gozo, una de las islas de Malta, en un bar antiguo y oscuro, de esos de película. Él estaba tomando un café y leyendo el periódico. No sé nada más".
   Pero, como yo no he estado nunca en Gozo (en idioma maltés Ghawdex), me resultó difícil situarme y, sin saber por qué, trasladé el escenario a Buenos Aires, adonde en mi imaginación resultaba más verosímil. Y escribí algo parecido a lo que debería ser la letra de este tango.
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lunes, 3 de julio de 2017

El parque oscuro

Después de un tiempo sin ocuparme de La historia que no se ve, resulta que limpiando el correo me encuentro con uno en el que José Manuel Alfaro me pedía que escribiera para la foto que adjuntaba.
   No sé por qué ese correo se me había despistado. El caso es que me encuentro con una foto en blanco y negro magnífica que, como siempre en este proyecto, provoca en mí algunas emociones en las que tengo que fijarme para escribir "La historia que no se ve". Y las voy a contar.
   En primer lugar me llama la atención la oscuridad del paisaje que se ve en la foto; esa oscuridad me produce una emoción de temor. Por otra parte, la ausencia de personajes y la potencia de ese banco vacío, hacen que me embargue una sensación de enorme soledad.
   Y luego está el tiempo. Acaso porque los árboles, que salen del encuadre presentándose como gigantes, me hacen pensar que estoy ante una estampa de siglos; que eso lleva así, vacío y oscuro, una eternidad.
   Reunidos el temor, la oscuridad, la soledad y una medida infinita de tiempo, me llevan a escribir esta historia que no se ve.