martes, 4 de febrero de 2014

Adios, Shiva




Ayer, 3 de febrero de 2014, Shiva finalizó su camino por este mundo. Se fue tan suavemente como llegó a nuestras vidas hace ocho años. La adoptamos en ANAA un día soleado de invierno; la descubrimos junto a otros galgos que también esperaban encontrar unos dueños que les facilitaran la vida. Ella era la más alta, la más delgada, la más triste..., por eso la elegimos. Nos advirtieron que estaba muy débil, que probablemente no sobreviviría; comía mal y su estado de salud no era bueno; su sistema inmunológico presentaba indicios leves de lheismaniosis, que junto a la deshidratación y la anemia desaconsejaban practicarle la histerectomía, obligatoria en todas las perras que se dan en adopción. Aquello fue por tanto un rescate más que otra cosa, y nos la llevamos a casa dispuestos a que los días junto a nosotros le fueran favorables. No sabía subir las escaleras (probablemente nunca antes había tenido que hacerlo), ni sabía sentarse, ni podía creerse que no tenía que pelear por la comida; todo aquel cuenco que nunca se vaciaba del todo era solo para ella. Y es que Berta, la labradora que habría de convertirse en su hermana de vida, respetó desde el principio su comida, y fue su cariño y su protección lo que la ayudó a salvarse. No había pasado un mes, y Shiva ya estaba fuerte y en sus pupilas comenzaron a brillar las ganas de vivir. Poco a poco fue adaptándose a su nueva vida junto a nosotros y se convirtió en el miembro más dulce y mimoso de la familia. En las siguientes analíticas había desaparecido la Lheismania y a partir de entonces nunca tuvimos que acudir con ella al veterinario más que para sus ciclos de vacunas. Vivió fuerte y alegre, disfrutando de todo, junto a Berta, que se convirtió en su inseparable compañera de andanzas. Conoció el mar y las playas, por las que tanto le gustaba correr, y nos acompañó a todas partes y fue querida por todos los que la conocieron. Su dulzura, su elegancia y su paz permanentes, conquistaban al mundo.

Hace un mes sufrió una primera convulsión que se presentó de forma súbita, haciendo pensar que se trató de un ictus, del que se recuperó de manera sorprendente y continuó haciendo su vida sin secuela alguna. La convulsión volvió a repetirse y se le administró un tratamiento antiinflamatorio y anticonvulsivo, después de un chequeo general donde se reveló su formidable estado de salud, por lo que cabía sospechar que estábamos ante un tumor cerebral, lo que el tiempo aclararía. Y un mes después del primer episodio, comenzó a sufrir síntomas de desorientación y falta de equilibrio, pero continuaba alegre y mimosa como siempre. Hace tres días, empeoró de repente. No quería tumbarse y se pasaba las noches caminando por la casa; dejó de comer y de beber; a pesar del agotamiento, no se tumbaba, y se dormía de pié durante unos segundos, para despertarse asustada y temerosa. No se dejaba tocar, y aunque conseguimos echarla sobre la cama, no apoyaba la cabeza. El cansancio, el dolor, el miedo y la angustia la derrotaron enseguida.
Por la manera en que llegó a nuestras vidas desconocíamos su edad, pero sí se podía calcular que tenía más de 15 años, por lo que su actual estado y su sufrimiento no tenían sentido alguno. Shiva, como cualquier otro ser vivo que dependa de los humanos, no se merecía morir tras una agonía dolorosa por el avance de un tumor cerebral.

Ayer por la tarde se le practicó la eutanasia activa. Tuvo, como se merecía, una buena muerte.

Ahora queda su ausencia y los recuerdos. Berta, como nosotros, la echará de menos; la buscará en el parque y esperará a que llegue cuando anochezca; pero su carácter alegre, amable y positivo, le ayudará a aceptar lo que ya comprende.

Buen viaje por el universo, mi diosa.